Los investigadores de la Universidad de Alberta (Canadá) analizaron la relación del hábitat y el estatus socioeconómico con el índice de masa corporal (ICM), una medida que relaciona la altura y el peso de las personas.
La importancia de este tipo de estudios radica en la epidemia de sobrepeso y obesidad a nivel mundial. Descubrir nuevas medidas para disminuir estos índices es fundamental ya que la obesidad aumenta el riesgo de sufrir una gran cantidad de patologías, como las afecciones cardiovasculares, accidentes cerebrovasculares, depresión, artrosis y ciertos tipos de cáncer.
El barrio y los kilos de más
Tanya Berry, la autora principal trabajó con 822 personas. Al comenzar, los voluntarios informaron su edad, altura, peso, estado de salud, educación, empleo y nivel de ingresos. Durante seis años contestaron diversos cuestionarios enfocados en distintos factores, como los hábitos alimenticios, el posible consumo de tabaco, los cambios en el peso o en su salud.
A su vez, los investigadores averiguaron en detalle cuantos minutos caminaban, cuánto tiempo permanecían sentados y cuántas horas destinaban a dormir por semana. Berry detalló que también averiguaron el tipo de casa o departamento donde vivían y las características del barrio.
Las familias que viven en lugares apartados suelen caminar menos, mientras que aquellos que habitan zonas muy densas o residenciales tienden a moverse más ya que van al almacén o a otros lugares caminando, detalló.
La autora subrayó que las personas que percibían el tráfico con un problema tendían a caminar menos y a tener un mayor índice de masa corporal (ICM). Observamos que los más jóvenes tienen los mayores incrementos en el ICM. Estas son malas noticias porque significa que los jóvenes están engordando, mientras que un bajo ICM en los mayores indica fragilidad y el riesgo de enfermedades cardiovasculares, dijo la especialista.
Berry observó que los vecinos de barrios de nivel socioeconómico bajo también tendían a pesar más. La especialista explicó que esto podría deberse a que el miedo a sufrir un asalto en las calles podría hacerlos caminar menos.
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