Esta mirada negativa de lo que nos rodea puede compararse con un árbol que nos oculta el bosque. ¡Ese maravilloso bosque que es la vida y que está lleno de aves multicolores, flores fragantes y otras delicias que están a nuestro alcance pero que no solemos percibir, señala Carlos Sánchez Herradón, experto en Programación Neurolingüística (PNL) y expresión psico-corporal.
Detenerse y disfrutar la cálida caricia del sol. Respirar y llenarse lo pulmones de aire puro.
Observar y sentir lo que te rodea en cada momento. Escuchar el canto de los pájaros... Son pequeños gestos, cosas muy sencillas, que -según Sánchez Herradón- "nos reconectan con nuestro ser interior y nos ayudan a sentirnos muy bien. Pero se nos olvidan, porque vivimos intentando cumplir a toda prisa una interminable lista de hay que: hay que comprar, salir, llegar, pagar, entrenar, hacer, solucionar.
Quizá decir que vamos por la vida como zombis, es decir como muertos vivientes, parezca exagerado, pero no es una comparación tan descabellada, explica.
Según Sánchez Herradón, para evitarlo hay que hacerse consciente del goce, lo cual multiplica el disfrute. Es importante darse cuenta en el momento en que uno está pasándolo bien, diciéndose qué a gusto que estoy, qué bien me siento".
Para aumentar la conciencia del disfrute, este experto también aconseja "cuestionarse al final del día, ¿de qué he gozado hoy?, para atestiguar las pequeñas y grandes maravillas que hemos vivido o presenciado, que son muchas más de los que pensamos, cuando prestamos atención a ellas.
El disfrute consciente desarrolla en nosotros la idea de que el mundo es un lugar hermoso, donde vale la pena vivir, nos produce sentimientos de abundancia, de gratitud y de merecer lo que nos da la vida, señala.
Omar Segura, Reportajes EFE.